Durante el mes de agosto, a las 19:45 llegaron a Disney Junior los nuevos episodios de Puppy Dog Pals. Los divertidos hermanos cachorros de pug Bingo y Rolly tienen un apetito por la emoción que los lleva a vivir aventuras en sus vecindarios y alrededor del mundo. Ya sea ayudando a su dueño, Bob, o a algún amigo que lo necesite, el lema de los pug es que la vida es mejor con amigos a tu lado. Cada episodio presenta las similitudes y diferencias entre Bingo y Rolly, mientras demuestran lecciones positivas acerca de la amistad, la resolución de problemas, la colaboración y aventura.
La diversión canina continúa y los episodios estreno suman un nuevo personaje protagónico: Lollie, una cachorra con discapacidad que se traslada en un carrito con ruedas y conoce a Bingo y Rolly en una feria de adopción de mascotas. Su incorporación a la historia de Puppy Dog Pals no sólo trae nuevas aventuras de la mano de valiosos mensajes sobre diversidad, inclusión, respeto, colaboración y amistad, sino que llega además en un momento muy especial de la comunidad global, en el que muchas personas están pasando más tiempo en casa y compartiéndolo con sus mascotas e incluso buscan incorporar miembros caninos a la familia.
“Hemos visto un incremento exponencial de adopciones de perros durante la cuarentena. Las familias están en sus casas y tienen más tiempo para dedicar al cuidado de una mascota”, asegura Bettina Verdaguer, directora operativa de El Campito Refugio, una organización sin fines de lucro de la provincia de Buenos Aires que rescata y rehabilita perros para luego entregarlos en adopción. Según cifras del refugio, las adopciones durante los meses de aislamiento social crecieron un 253 por ciento con respecto al mismo período del año pasado.
En los refugios suele haber perros con discapacidad –como el personaje Lollie– que ansían integrarse a una familia, pero muchas veces a la hora de adoptar las personas buscan perros caminantes, sea por prejuicios o desconocimiento. Según la directora de El Campito Refugio, los animales con discapacidad no son difíciles de cuidar y pueden hacer una vida similar a la de las mascotas que se trasladan con sus cuatro patas. “Ellos no sufren su condición. Juegan y se mueven con el mismo entusiasmo que los perros caminantes. Como cuidadores, lo único que tenemos que hacer es llevarlos a un control veterinario cada seis meses y, en algunos casos, vendarles las patas para que no se lastimen al arrastrarlas por el suelo. El resto de su vida es exactamente igual a la de los otros. Hay que animarse y darles la oportunidad de formar parte de nuestras vidas”, concluye Verdaguer.