- Título original The Conjuring: The Devil Made Me Do It
- Año 2021
- Duración 112 min.
- País Estados Unidos
- Dirección Michael Chaves
- Guion David Johnson
- Música Joseph Bishara
- Fotografía Michael Burgess
- Reparto Vera Farmiga, Patrick Wilson, Sterling Jerins, Charlene Amoia, Julian Hilliard, Shannon Kook, Andrea Andrade, Mitchell Hoog, Megan Brown, Stacy Johnson, Nicky Buggs, Ronnie Gene Blevins, Beth Pilgreen
- Productora Atomic Monster, New Line Cinema, The Safran Company
- Género Terror. Thriller. Intriga | Sobrenatural. Brujería. Secuela. Posesiones/Exorcismos
El cine de terror ha tenido una sobresaturación en los últimos años. Las producciones actuales están carentes de innovación o un factor que logre infundir un verdadero sentimiento de temor. Si bien tenemos algunas excepciones como Hereditary (2018) o Midsommar (2019), es un hecho que existe un desgaste en la esencia real de este género cinematográfico.
Pero sin duda la saga de El Conjuro ha logrado consolidarse a pesar de esta situación, entregándonos dos cintas de gran calidad narrativa y visual. Ahora llega una tercera entrega donde seremos testigos de unos de los casos más terroríficos al que el matrimonio Warren se enfrentó. Bajo el título “El diablo me obligo a hacerlo” ha llegado a las salas de cine El Conjuro 3. Pero… ¿Es digna de sus predecesoras o se agrega a la lista de intentos fallidos?
Desde que James Wan dirigió la primer película que fue un éxito de taquilla, este universo se ha seguido expandiendo bajo el cobijo de los relatos de los casos reales de esta pareja.
Después del inevitable retraso por la pandemia, y de dos casas embrujadas, estos expertos de lo paranormal regresan, aunque por primera vez no tenemos a Wan detrás de la cámara, sino a Michael Chaves (La Maldición de la Llorona, 2019).
El nuevo caso que se decide abordar es el de Arne Cheyenne Johnson (Ruairi O’Connor), un joven acusado de asesinato al que los Warren (Vera Farmiga y Patrick Wilson) decidieron apoyar y así, en su defensa, declararan que la causa del crimen era una posesión demoníaca.
A partir de esta premisa, Chaves trata de construir algo diferente a lo antes visto en la saga al dejar de lado las casas embrujada para entrar en el rubro de las posesiones e incluso el satanismo. Sin embargo, el cambio en la dirección es notorio no sólo en el enfoque sino en la manera de elaborar la película.
Desde el guion hay algunos problemas. De repente, los Warren pasan de ser unos expertos en el tema a una pareja que parece no saber nada de las fuerzas paranormales que ahora los atacan. Aunque sabemos que la química entre Farmiga y Wilson es notoria, aquí parecen ir en automático y sin necesidad de hacer un esfuerzo.
Pero no todo es culpa de ellos, ya que otro problema recae en la falta de un suspenso o sensación de terror real en el filme, algo que caracterizaba a las dos anteriores entregas de Wan pero que aquí Chaves no concreta del todo. Más allá del uso de música y los jump scares, en esta tercera entrega no se siente ese ambiente de peligro, de miedo que sí generaban las dos antecesoras.
Otra cosa que se extraña aquí es la falta de alguna criatura, demonio o aparición que resulte impactante o sorprenda a la audiencia, algo que ha alimentado siempre a la saga. Basta con recordar a Anabelle, la Monja o el Crooked Man de las dos anteriores cintas, que reforzarán el miedo o los peligros diversos de lo paranormal que no le hacían la vida fácil ni a los Warren ni a las víctimas.
Al inclinarse por el subgénero de la posesión, Chaves explota cada uno de los clichés habidos en el mismo. Incluso hay tomas que visualmente remiten a la obra cumbre de William Friedkin, El Exorcista (1973), haciendo un par de homenajes por ahí. Pero todo queda en buenas intenciones en su ejecución. Basta ver los efectos especiales usados en ciertas secuencias para demostrar las oportunidades desaprovechado para generar un buen terror.
Con todo y que la cinta se desarrolla en una década donde en Estados Unidos este tipo de actos y crímenes creaban un escozor en la moralidad de su sociedad, Chaves falla en transmitirlo y se enfoca más en hacer de esta entrega una palomera película de detectives de lo paranormal donde el mal es vencido de una forma muy peculiar y poco convincente en el último acto del filme.
Es así que El Conjuro 3 se convierte en uno de los puntos más irregulares y bajos de esta trilogía, que a pesar de lograr breves momentos efectivos en lo visual y sonoro, no deja de sentirse como un gran cliché que cae víctima de la saturación del querer espantar de la forma más básica para entregarnos el intento más fallido de estas tres.